jueves, 24 de abril de 2014

Porque Dios no quiere que el hombre este solo...

Porque Dios no quiere que el hombre este solo
si no que el hombre se realice en compañía de un ser semejante a él, y el único ser semejante al hombre, es la mujer, “hueso de mis huesos, carne de mi carne”.

En el momento en que el hombre y la mujer se unen en alianza ante Dios se cumple ese proyecto, se cumple esa bendición: que el hombre sea feliz junto a su esposa.

Dios dijo “voy a hacerle una ayuda semejante al hombre”, fíjense en las palabras: ayuda semejante. No una ayuda superior al hombre, ni tampoco una ayuda inferior, sino iguales, en las mismas circunstancias, en las mismas condiciones, eso es una ayuda semejante. Porque en eso consiste la realización de los esposos, en que se ayuden mutuamente.

La contrayente tiene el compromiso, a partir del momento en que se casan, de que él, el contrayente, tenga una ayuda, y él tiene que ayudar a su ahora esposa a que se realice como mujer, a que sea feliz a su lado, se tiene que encargar de la felicidad de ella, ese es el primer compromiso a partir del momento en que se casan.

Pero para lograr el objetivo de proporcionarse felicidad hay que esforzarse, hay que luchar día con día, sin perder de vista el proyecto de Dios, y este proyecto de Dios es que el hombre camine en el amor hacia la felicidad, aunque donde vamos a encontrar la felicidad plena y total es hasta que estemos con Dios, es decir hasta la vida eterna, hasta allá esta la realización definitiva del camino que inicia en el momento de casarse: hasta que estén en la presencia de Dios, viéndole a El cara a cara.

Además de la ayuda mutua, otra de las finalidades del matrimonio, es la procreación de los hijos, por eso hay que pedir a Dios que les otorgue la bendición de los hijos en el matrimonio.

Pero los padres deben ser responsables, a los hijos hay que educarlos, esa también es otra de las finalidades del matrimonio: la procreación y educación de los hijos. Si Dios concede a los matrimonios el don de ser padres y educan a sus hijos por el camino correcto, educan a sus hijos en la fe, en los valores, en las virtudes cristianas, entonces los estarán acercando a su propia felicidad.

Al procrear y educar a sus hijos, los matrimonios aportarán a la iglesia buenos hijos de Dios, y aportaran en la sociedad buenos ciudadanos y ellos, los matrimonios, tendrán un gozo y una alegría en los hijos. ¡Qué hermosos son los hijos cuando los padres saben cuidarlos!, cuando saben hacerlos responsables, porque los hijos algún día se encargarán de sus padres.

Que Dios conceda a los matrimonios la bendición de los hijos. Pídanselo con mucha fe, con mucho amor día con día, pídanle a Dios que les conceda el don de ser padres y que derrame muchas bendiciones en ustedes y en sus hijos.



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