miércoles, 26 de marzo de 2014
El pastor...
El pastor...
Una vez un buen pastor estaba dando un recorrido por la Iglesia
al mediodía, al pasar por el altar decidió quedarse cerca para ver
quién había venido a orar. En ese momento se abrió la puerta; el
pastor frunció el entrecejo al ver a un hombre acercándose por el
pasillo; el hombre estaba sin afeitarse desde hace varios días,
vestía una camisa rasgada, tenía el abrigo gastado cuyos bordes
se habían comenzado a eshilachar. El hombre se
arrodilló inclinó la cabeza, luego se levantó y se fue. Durante los
siguientes días el mismo hombre, siempre al mediodía, estaba en la Iglesia cargando una maleta, se arrodillaba brevemente y luego
volvía a salir. El pastor un poco temeroso, empezó a sospechar
que se tratase de un ladrón, por lo que un día se puso en la puerta
de la Iglesia y cuando el hombre se disponía a salir le preguntó:
¿Qué haces aquí? El hombre dijo que trabajaba cerca y tenía media
hora libre para el almuerzo y aprovechaba ese momento para
orar, solo me quedo unos instantes, sabe, porque la fábrica
queda un poco lejos, así que sólo me arrodillo y digo: Señor, solo
vine nuevamente para contarte cuán feliz me haces cuando me
liberas de mis pecados, no sé muy bien orar, pero pienso en ti todos los días, así que Jesús, este es Jim
reportándose. El pastor sintiéndose un tonto, le dijo a Jim
que estaba bien y que era bienvenido a la Iglesia cuando
quisiera. El sacerdote se arrodilló ante el altar, sintió derretir su
corazón con el gran calor del amor de aquel joven, mientras
lágrimas corrían por sus mejillas, en su corazón repetía la plegaría
de Jim: Sólo vine para decirte, señor, cuán feliz fui desde que te
encontré a través de mis semejantes y me liberaste de mis
pecados, no sé muy bien como orar, pero pienso en ti todos los
días, así que, Jesús, soy yo reportándome.
Cierto día el pastor notó que el viejo Jim no había venido. Los
días siguieron pasando sin que Jim volviese para orar. Continuaba
ausente, por lo que el buen pastor comenzó a preocuparse,
hasta que un día fue a la fábrica a preguntar por él; allí le dijeron
que él estaba enfermo, que pese a que los médicos estaban muy
preocupados por su estado, todavía creían que tenía
oportunidad de sobrevivir. La semana que Jim estuvo en el
hospital trajo muchos cambios, él sonreía todo el tiempo y su
alegría era contagiosa. La enfermera no podía entender
porqué Jim estaba tan feliz, ya que nunca había recibido ni
flores, ni tarjetas, ni visitas. El pastor se acercó al lecho de Jim
con la enfermera y está le dijo, mientras Jim escuchaba: Ningún
amigo ha venido a visitarlo, él no tiene a dónde recurrir.
Sorprendido el viejo Jim dijo con una sonrisa: La enfermera esta
equivocada, ella no puede saber que todos los días, desde que
llegué aquí, a mediodía, un querido amigo mío viene, se
sienta aquí en la cama, me agarra de las manos, se inclina sobre mí y me dice: Sólo vine para decirte, Jim, cuán feliz fui desde que
encontré tu amistad y te liberé de tus pecados. Siempre me gustó
oír tus oraciones, pienso en ti cada día, así que Jim, este es
Jesús reportándose
ESPERO QUE LES GUSTE Y LO COMPARTAN CON SUS AMIGOS
JESUS TE AMO
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