Quién no tiene fantasmas, recuerdos del pasado que se nos presentan vívidamente e interrumpen nuestro presente, condicionándolo, cuestionándolo, interfiriendo.
Tratamos de dejarlos atrás pero allí están, acechando desde las sombras, manifestándose en situaciones tanto reiteradas como impensadas.
Tal vez cambien de nombre o de forma o se hayan adueñado de espacios que anteriormente no habitaban.
Incluso pueden haber invadido situaciones nuevas que les eran ajenas y las han teñido de su color, llenándonos de desesperanzo o intentando hacernos creer que no podremos deshacernos de ellos.
Quizá creas que son el mero producto de tu imaginación. Pero todos tenemos algún ancla que nos jala hacia el pasado y no nos deja avanzar y forjar nuestro futuro con plenitud.
Hay barreras difíciles de derribar y son las que nuestras propias mentes nos imponen. Pero difícil es una palabra más amigable de lo que supones: implica que algo es posible, aunque conlleve un gran trabajo.
El paso más importante a dar para desterrar fantasmas de nuestra vida es decidir hacerlo.
Es aceptar que algo se terminó o que alguien ya no forma parte de nuestra cotidianeidad.
Es darnos cuenta de que ha llegado el momento de dejar partir esa situación o a esa persona.
Que ha llegado el tiempo de soltar, de hacer el duelo interno necesario y de darnos la oportunidad de barajar de nuevo.
Así, la gran posibilidad de volver a encontrar el camino hacia la felicidad estará un paso más cerca.
¿Qué fantasma te darás la posibilidad de enfrentar?
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