La belleza en la mujer es uno de los aspectos más importantes de la vida diaria. Sin embargo, la belleza presente en un rostro que inspira paz, confianza y felicidad no es substituible ni puede ser elaborada por ningún tipo de producto, técnica o maquillaje profesional. Esta belleza emana del corazón y hace que cada mujer luzca mucho más atractiva y agradable que todo el exterior. Un corazón triste, angustiado, adolorido, o lleno de resentimiento, se refleja también en nuestro rostro, haciéndonos lucir opacas, reflejando pesadumbre y preocupación. Este aspecto difícilmente se cubre con el maquillaje.
Debemos mirar dentro de nosotras y escudriñar nuestro corazón. ¿Hay allí algún sentimiento de resentimiento hacia alguien? ¿Podemos alegrarnos cada mañana con el amanecer o es la preocupación lo primero que tenemos en mente? ¿Hay todavía heridas que debemos sanar? Si puedes responder afirmativamente a alguna de estas preguntas entonces necesitas un tratamiento renovador de tu mente y tu corazón. Te recomiendo ir a la palabra de Dios que nos recuerda que hemos sido perdonados y que nuestros pecados están en el fondo del mar, que nos manda también a perdonar a nuestros semejantes, que nos llena de paz y sana nuestras heridas.
La Palabra de Dios nos renueva, nos rejuvenece y hace que nuestro rostro resplandezca como el de una princesa amada que tiene la alegria y el gozo que solamente Dios puede darnos.
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