Separarse de la presencia de Jesús, solo por un minuto, es como quitar el tubo de oxígeno de un enfermo Terminal.
Si aprendes a sentir la presencia de Dios en todo momento, te será más fácil hacerlo en medio del dolor, cuando las lágrimas te impidan ver al Señor.
Ábrele el corazón a Jesús. Abraza a tus amados antes de salir de casa. Anima al débil, consuela al triste y encara con optimismo los desafíos de este día.
Y no olvides: "Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, sea alabado el nombre de Jehová".
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